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Manolo
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Narzeo
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José
Gutiérrez
Juan
Antonio Marín
José
Manuel Poveda
Bio-bibliografía
Pablo Acevedo (1977) es
autor de los poemarios Onirisma
(Dauro, 2001), Cazamariposas (Calima,
2006), Estrella varada (Polibea,
2012) y Los oficios (Devenir, 2015).
También es autor de varios ensayos como Estética
del caos (en preparación) y La red o
la llama (inédito). Doctor en Literatura Española por la Universidad
Complutense de Madrid, licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura
Comparada por esta misma Universidad, y licenciado en Filología Hispánica por
la Universidad de Córdoba (ciudad donde reside actualmente), trabaja como
profesor.
Poética
De entre los diversos procesos en que interviene la imaginación simbólica,
me interesa muy especialmente el que, a mi juicio, constituye el producto más
genial de la inteligencia poética: la imagen verbal creadora, cuyo gozo
inherente le viene dado por el descubrimiento de nuevos valores mágico-expresivos.
Toda mi poética nace de la importancia que
concedo a la imagen irracional y convulsivamente
bella ―como dirían los surrealistas―, dotada de una específica intensidad patética y capaz
de alterar el campo de visión del lector. En mi poesía, la imagen opera como
principio estructural cuyo desarrollo progresivo, merced al ritmo esencial que
le es propio, tiende al alumbramiento de lo que podría llamarse «Imago
trascendental»: aquella imagen superordinada (originaria e indeducible) que,
conteniendo todas las imágenes posibles e imposibles, se incluye a sí misma en
su propia comprensión infinita.
Poemas
EL ASNO GRAMATICAL
Puedo escribir cosas hermosas como mujer, caracola,
sandía, pececillo, tambor, lágrima, automóvil, silencio, madre, aún, corazón,
Juana, muerte, amante, voz, nieve... Puedo escribir incluso siaríbide de
mi estangolina, miriéspice clarebitela, sobárdulo de mi astrafidia, y hasta
sin-ti-me-pierdo-desesperadamente.
Construí
un argot de sábanas consumidas hasta el infarto del cielo, con restos de una
obscuridad múltiple y acelerada, para nombrar tu osadía de viento en mi corazón
de veleta, para avasallar a las fieras que pernoctan en el cuerno impune de la
noche. Mi lenguaje es un país que se rompe, que yo rompo ante el llanto
perezoso de los idiotas. En mi cabeza tengo el interruptor con que encender una
galaxia en los ojos de un pez remoto. Mi corazón es el cardenal de la creación,
el golpe púrpura de la vida. Pienso un libro que te acecha y se extingue, una
flor creída mariposa, un armario de tumultos. Mis pulmones son una palabra con
que respiro, mi vocabulario una antología de emociones. Digo noche y el
párpado se resigna. Digo tú y te encoges de hombros. Corrijo estas
paredes con los recuerdos de una infancia póstuma. Nombro tantas veces el amor
con que te ruego que los muebles caen presos de un dulce cansancio; y las aves
que recorren mi espalda, aves de granizo, sueñan con la lengua de aquellos amantes en
los que un latido se atrinchera.
[De Onirisma,
Granada, Ediciones Dauro, 2001]
olvido
incinerar la noche.
soplar la pavesa de unos labios
que juntan sus cenizas.
[De Cazamariposas,
Palma de Mallorca, Calima Ediciones, 2006]
LA
CANCIÓN DEL TIMONEL (I)
¿A qué océano del inconsciente
dirige el sueño sus devotas naves?
¿A qué vientre palpado por esquifes
de un íntimo asedio?
¿Al ojo de qué espiral este afán
sus barcas oscilantes?
De nada me sirvieron las conquistas
De nada estos párpados culpables
ya de tan inocentes
─mariposas clavadas con lujosos
alfileres mas
siempre
el mismo alfiler de la belleza─
De nada me sirvió el aleteo
fibroso de mis peces de luz mientras
boquea en el trasmallo del insomnio
mi destino
De nada me sirvió la vida entera
la espuma de este parto de diamante
donde naufraga la raza humana
Pues son mis manos duras losas son
palomas otras lentos
epitafios
ladrados por la muerte
Y es todo vacío donde aquí:
pesada llama lodo
de relámpago
virutas de resurrección minutos
de eternidad recién parida no
Todo tristeza náutica y todo
azul cartografía del dolor.
[De Estrella varada,
Madrid, Polibea, 2012]
PAISAJE URBANO CON FIGURA
Las palabras más tranquilas son las
que traen tempestades. Los pensamientos con pies de paloma son los que
gobiernan el mundo.
FRIEDRICH NIETZSCHE
La
tarde —sopor de palomas
aborrecidas—
es un parque donde yacen
impávidos
monstruos de soledad,
cometas
varados en el nadir de la vida,
centinelas
deslumbrados
en
sus garitas levitantes,
amamantando
su pequeña verdad
(su
enfermiza, hedionda,
impotente
verdad),
ajena
a todo consuelo
y
a toda comprensión.
Lentas
nubes se deslizan
por
el tobogán de los minutos.
Repican
las campanas de una iglesia
y
un sol de escasa envergadura
se
abate sobre los tejados,
pacientes
tambores
donde
redobla el ocaso.
Ataviado
con su uniforme de tristeza,
un
hombre desmigaja el pan de la jornada
y
da de comer a las aves
el
diario de las ausencias picoteadas.
Las
estrellas,
virutas
desprendidas del ataúd de la luz,
caen
al abismo de los naufragios celestes.
Ninguna
mariposa arde ya
en
el bostezo de la flor.
Cucurrucucú…
Palabras…
Palabras…
[De Los oficios, Madrid, Devenir, 2015]